En 2011, Ni no Kuni: la ira de la bruja blanca fue capaz de trasladar la magia de una película de animación al videojuego gracias a la unión de dos de las grandes empresas de esta industria en Japón, Bandai Namco, Level-5, y el estudio más afamado de la industria japonesa de la animación, Studio Ghibli. Las tres supieron crear de la nada un universo con influencias de sus distintas obras, pero con un sello único que la diferenciaba de otras obras del sector. Todo ello partiendo de un apartado artístico de ensueño.

Siete años después, cuatro desde su salida en nuestras tierras, llega Ni no Kuni II: El Renacer de un Reino, una secuela con una trama independiente al de la primera entrega y con un cambio importante en el papel de Studio Ghibli, tras su anunciado parón. El estudio de animación ya no participa de forma activa en el juego y su representación se limita a la colaboración del mítico animador y director Yoshiyuki Momose en el diseño, junto al espectacular trabajo en la composición del músico Joe Hisaishi. Es una ausencia importante, sin duda, pero, aun así, este nuevo mundo esconde muchas sorpresas.

Es complicado comenzar un análisis de Ni no Kuni II sin referirnos a su impresionante apartado artístico. El salto a PlayStation 4 y PC ha permitido a sus desarrolladores elevar el impresionante nivel mostrado en la primera entrega para añadir más detalles a sus escenas, a sus entornos y a toda la propuesta en general. Impresionan las ciudades recreadas en el juego, con especial mención para el reino de Changái donde la iluminación y la ambientación oriental conforman una de las estampas más bellas que veremos en esta generación. Ni no Kuni II es uno de esos pocos títulos capaces de igualarse a las mejores películas de animación y, definitivamente, es su mejor baza de cara al jugador.

Aun así, el gran nivel de detalle de sus escenarios, personajes y escenas no se reproduce en su mapamundi, donde Level-5 ha recurrido a la recreación un universo con personajes estilo diorama y una línea artística opuesta a las partes principales. Evidentemente, sus creadores tenían que optar por otro camino a la hora de presentar un extenso mundo, aunque, a nivel personal, no nos termina de encajar esa presentación en comparación a la línea artística de combates y el resto de partes principales del juego. También se abusa en ocasiones del reciclado de ciertos escenarios en mazmorras del propio mapamundi y el número de reinos se antoja algo escaso en general, a pesar de su gran nivel de detalle.

En cuanto a su historia, tampoco tendremos grandes sorpresas al encontrarnos ante el clásico camino del héroe con la diferencia de crear nuestro propio reino desde cero. Tras ser traicionado por parte de su pueblo, el rey Evan acompañado de Roland, un viajero de nuestro mundo, deberá recorrer el mundo para levantar su propio reino y forjar una alianza para luchar contra un mal superior. Por el camino, el juego trata temas serios como el racismo o la política, aunque en muchas ocasiones todos ellos pasan por un filtro demasiado simple o vago y desaprovecha la oportunidad de profundizar en estos aspectos e incluso desarrollarlos desde un punto de vista más serio.

En general, Ni no Kuni II apuesta por una histora, en ocasiones, excesivamente infantil y sus capítulos más arriesgados, como su comienzo o cierto episodio cerca de su final, son cortos y se sienten desaprovechados. No nos encontramos ante una mala historia per se, pero sí da la sensación de querer enfocarse a un público joven y recae en demasiados tópicos del género.

A nivel puramente jugable, contamos con un renovado sistema de combate más enfocado a la acción con los habituales botones de golpe fuerte, débil a distancia y una esquiva, además de los clásicos atajos para la magia. Es un sistema ágil, fácil de aprender y con la suficiente complejidad como para darnos un gran abanico de opciones para los jefes más difíciles. Otro cambio importante residen en las criaturas que nos acompañan en esta entrega, los fofis, seres que representan a la naturaleza y sus elementos, sustituyen a los únimos del primer juego con una serie de interesantes mecánicas basadas en su activación en el propio terreno. En determinados momentos del combate, los fofis se unirán para realizar ataques más poderosos o convertirse en cañones, además de contar con ciertas interacciones especiales en ciertos combates.

Todos estos cambios nos dejan con un sistema de combate más activo y realmente adictivo, aunque el juego también pone ciertas trabas a su disfrute con unas primeras horas excesivamente sencillas. A pesar de contar con un sistema ecualizador que nos permite regular ciertos aspectos como la experiencia ganada o las debilidades enemigas, lo cierto es que la curva de dificultad de Ni no Kuni II nos ofrece unas primeras 15 horas con una dificultad escasa y un repunte en su tramo final que nos obligará a realizar misiones secundarias y un temido farmeo. La sencillez de su primer tramo puede deberse a que las armas son obtenibles de los enemigos y existen distintas rarezas, por lo que si tenemos suerte, conseguiremos un equipamiento de gran nivel y esto simplifica enormemente el desarrollo de todos los combates, incluso el de jefes finales.

No obstante, como comentamos, llegados a cierto punto el juego da un salto de dificultad considerable y nos recordará que tenemos a nuestra disposición un buen número de misiones secundarias donde derrotar a monstruos más difíciles, obtener objetos y reclutar a nuestros ciudadanos de nuestro propio reino, Estivania.

Una de las principales novedades de esta entrega reside en su sistema de creación de un reino. Según se desarrolla la historia, iremos reclutando a nuevos ciudadanos con habilidades especiales, obteniendo recursos y expandiendo las parcelas del mismo -todas ellas predefinidas, pero con un buen puñado de opciones para desarrollarlas-. En general, es un sistema que nos permitirá distraernos gestionando nuestros recursos y, si queremos, no requerirá nuestra atención en gran medida, salvo en puntos clave de la historia. No obstante, es recomendable invertir cierto tiempo en cuidar a nuestro  pueblo para ganar ventajas en combate, desarrollar nuevo armamento, cocinar nuestra propia comida para obtener ventajas en combate o invertir en otros beneficios como andar más rápido por el mapamundi.

Quizá este sistema podría haber optado por ofrecer más opciones de personalización a la hora de disponer las infraestructuras a nuestro antojo o permitirnos visitar las calles de nuestro reino como en el resto de zonas principales del juego -podemos recorrer nuestro reino en el mencionado estilo diorama-. Aun así, para encontrarnos ante la primera iteración de esta franquicia en el sistema de gestión, nos encontramos ante un resultado sorprendentemente efectivo.

Por último, otras de las novedades de esta entrega, la encontramos en las llamadas "batallas campales". En ellas encabezaremos una serie de combates en zonas abiertas contra ejércitos enemigos. Nuestra misión será controlar a nuestros batallones, los cuales orbitan alrededor del príncipe Evan. Mediante L1-R1 podremos hacerlos girar y darles órdenes básicas como atacar con todo o tomar una actitud más pasiva. La estrategia reside en que nuestros batallones cuentan con distintas características como el uso de arcos, lanzas o espadas y deberemos ir girándolos para aprovechar las debilidades enemigas y explotar nuestras fortalezas.

En su conjunto, la parcela jugable es realmente más amplia que la vista en la primera entrega. Tenemos una gran variedad de opciones para disfrutar del juego, desde su trama principal, hasta sus distintas variaciones más secundarias como las batallas o la gestión del reino. Su único punto negro en este aspecto lo encontramos en sus problemas con la curva de dificultad y en la escasa variedad de misiones secundarias, muchas de ellas basadas en los habituales mandados de recadero de cualquier JRPG.

Ni no Kuni II: El Renacer de un Reino es un juego absorbente a nivel audiovisual, uno de esos lanzamientos capaces de engullirnos por su encanto y no dejarnos salir de su mundo por su belleza. Más allá de su línea artística, nos encontramos ante un JRPG con un gran número de opciones jugables para pasar muchas horas disfrutando de sus distintas posibilidades.

Aun así, su historia excesivamente edulcorada, con miedo a tratar temas serios como se merece, y las limitaciones a la hora de explotar su sistema de combate, junto a la sensación de vacío en ciertas partes de su universo, rebajan el sabor final de esta epopeya. Level-5 y Bandai Namco nos vuelven a deleitar con una aventura llena de encanto y, probablemente, uno de los JRPG más disfrutables de este año, aunque los lanzamientos más recientes dentro del género nos obligan a penalizarlo en sus aspectos menos cuidados.