Vaya, ¡una review de Final Fantasy 7! ¡Qué actual! ¡Qué original! ¡Agolpaos en masa para ser los primeros en leerla!

De acuerdo, es posible que realizar un análisis de uno de los videojuegos más trillados hasta el momento no sea precisamente lo más apropiado. Quiero decir, todos hemos leído durante años y años diferentes opiniones sobre el título. Así pues, declaro que este artículo no será una review. No, en serio. Nada de apartados técnicos, puntuaciones ni valoraciones sobre el argumento. Bienvenidos, pues, a la búsqueda de una excusa aceptable para que no me acusen de carecer de vida social por estar jugando una décima partida de Final Fantasy 7, que también recibe el nombre de reunión de nostálgicos.

(Ah, claro, debo avisar de la existencia de spoilers, pero si no has jugado a FF7... debes morir ¿A qué esperas? Nunca es tarde si la dicha es buena)

Pero... ¿Diez partidas? ¿Eran necesarias?

Absolutamente. Todavía hay diálogos que no puedo recitar de memoria.

¿Y por qué ahora?

Muy buena pregunta, mi querido yo interior. Mero capricho del destino y necesidad desde hace años para borrar de mi mente auténticas aberraciones como Advent Children y Dirge of Cerberus.

Eso, y la nostalgia al recordar aquellos tiempos en los que Midgar, Cañón Cosmo, Nibelheim y demás formaban un mundo al que nos habría gustado pertenecer, pese a toda la destrucción y el peligro venidero del meteorito. Todo porque ya desde jovencitos éramos un poco masocas, y nos dejábamos maltratar. Si no, a ver por qué esa obsesión por jugar una y otra vez el juego en el que empezábamos siendo un soldado chachi al que todo el mundo debería respetar. Digo debería, porque en realidad los miembros de Shin-Ra vacilaban al pobre Cloud cosa mala. Si nos sorprendió que más tarde se descubriera que siempre fue el niño marginado del pueblo, probablemente se debiera a que éramos jóvenes inocentes e impresionables.

Y pese a esto, ¡cuán emocionante resulta revivir la aventura! La explosión del primer reactor (esos diez minutos eternos para huir que en la primera partida temes que terminen en un suspiro), la caída de la torre del Sector 7, el edificio Shin-Ra y sus escaleras interminables, la Midgar Zolom, los chocobos que a falta de una trollface se terminaban la verdura gysahl (la más barata, toma tacañería) y huían despavoridos de la batalla... Podría escribir todo un párrafo de momentos memorables, y aun así me estaría dejando algunos en el tintero.

El buen recuerdo que guardo de FF7 es motivo suficiente para volver a jugarlo. Además, a medida que avanzaba en esta última partida, me iba percatando de detalles que no era capaz de apreciar cuando era apenas una niña. Me atrevo a suponer que lo mismo le ocurrió a tantas otras personas que lo jugaron a una corta edad. Inocente de mí, no me quedaba muy claro qué tipo de prácticas se llevaban a cabo en el Pub de la Abeja. Pero siempre quise uno de esos trajecitos con aguijón y alas para Barret (hubo que conformarse con el igualmente adorable atuendo de marinerito). Obviamente, diversas partidas más tarde y según iban pasando los años, llegué a entender qué buscaban todos los hombres que esperaban en la puerta de entrada. Así como también comprendí cuáles eran las intenciones de Don Corneo con "la joven de aspecto saludable" (si Cloud iba perfectamente arreglado con sus pintas de reinona).

Y aunque podemos dudar sobre si la compañía conocida por aquel entonces como Squaresoft nos mostró todas las grabaciones privadas entre Ifalna y Gast, la escena que se lleva la palma es la de sexo en Viento Fuerte. Parece el nombre de una serie mala de ciertas cadenas de televisión cuyo contenido es de discutible calidad. Ya había quien señalaba que esa noche, bajo las estrellas, hubo más que palabras entre Tifa y Cloud. Personalmente, nunca encontré motivo para ello hasta esta nueva partida (ni siquiera cuando Square-Enix lo hizo oficial). En cualquier caso, lo que más llama la atención una vez lo descubres a una edad adulta es que tu supuestamente respetable tripulación está llena de voyeurs. La soledad, que es muy mala.

Por otro lado, siempre nos ha acompañado una pregunta, desde la primera partida hasta la última: cómo se puede ser tan troll para jugar con los sentimientos de inocentes gamers afirmando que existe la posibilidad de revivir a Aeris, nuestra niño muy especial. Aquellos que lo intentasteis por todos los medios, levantad la mano. Ahora bajadla y salid a buscar una vida (o jugad de nuevo a FF7, o seguid leyendo Koi Nya ).

Pero la excusa definitiva para jugar de nuevo a esta gran entrega de la saga es la que he apuntado al inicio del desvarío artículo: destruir los recuerdos de ese despropósito llamado FF7: Compilation. Señores de Square-Enix, cómo se nota que el verdadero padre de los Final Fantasy ya no se encuentra entre ustedes. Pero al menos podrían haberse tomado la molestia de jugar y descubrir así que Cloud no termina el juego siendo un emo inaguantable, sino que se enfrenta a su pasado y a su destino aceptando sus errores, decidido a mirar a un futuro que se labrará con sus propias manos.

Como conclusión, me gustaría añadir que Final Fantasy 7 no necesita un remake. Que las nuevas generaciones lo conozcan y lo jueguen en PSP. Cualquier alteración en el juego original llevada a cabo por un equipo que no es el original me parecería un tremendo error en estos momentos. Tal vez dentro de diez años. Pero simplemente por crear moda, por continuar lo que comenzaron con Advent Children, por publicidad y dinero, no me parece adecuado para el producto ni para los fans.

En definitiva, sugiero una solución que satisfaga a la empresa y a los fans que tememos lo que pudiera surgir de dicho remake: que el equipo pertinente se centre en Gackt (o Génesis, como prefiráis llamarlo) y le hagan un juego enterito dedicado a él, pero lejos de todo el mundo de Final Fantasy 7. Puede cantar Vanilla con su guitarrista favorito o explicar una historia que a nadie le importa, como en Crisis Core. Además, seguro que con una nueva versión del juego nos fastidiarían esa magnífica traducción que nos ha dejado auténticas perlas.

Representación ficticia basada en hechos reales (a falta de la captura original, ejem)

No creo que sea tan terrible quedarnos con el recuerdo de Cloud y compañía en formado SD durante unos cuantos años más. Al menos, hasta que tengamos un simulador de chocobos y una magnífica pantalla enorme en 3D.